30 de abril de 2011

Neurótico

7

Ah. Enciendo un cigarrillo. Me recuesto en la cama. Sí, me digo. Sí, fue genial. Pienso en un torneo y un premio grande, algo así como un falo enorme dorado, o una estatua de Venus, o alguna estampita de una virgen pero desnuda. Me quedo en silencio dos o tres minutos: nada. Estoy solo. Practico frontón en vez de tenis. Mi novia me acaricia los pocos pelos que tengo en el pecho. Miedo de despertarme: que sea una de esas pesadillas donde lo lindo es terrible porque nunca existió. Debería dejar de fumar, eso sí. Toso de una manera extraña y pienso que tal vez tenga uno de esos cánceres misteriosos que aparecen y que ya no se detienen. Me miro en el espejo del techo y me veo tan flaco que a nadie le extrañaría que recién hubiera salido de un campo de refugiados. Silencio por varios segundos: nada, no hay nadie que critique mi posición o me diga lo que tengo que hacer. Pienso en símbolos estúpidos, la estatua de la libertad, la novena sinfonía de Beethoven. Cosas así me pasan por la cabeza. Signos de que tal vez no está todo tan mal. Me acuerdo: hace cosa de cinco años, hice dos listas. En una puse todas las cosas lindas que tenía la vida, y en la otra, todo lo malo. Me angustié tanto cuando vi el resultado que dejé la hoja sobre el escritorio. Mi ex novia me dejó una semana después. Había visto esa hoja. No me dijo enseguida el motivo de la ruptura, pero con un interrogatorio casi policial me enteré de la verdad. Simplemente dijo: somos diferentes. Ahora es una artista plástica de primer nivel y pienso que la dejé pasar. Me avergüenzo de esa estúpida hoja. También pienso que pude haber discutido. De ser ahora diría mejor las cosas. Le haría entender que no somos tan diferentes. Que, a nuestra manera nos amamos. Le pediría una lista con lo que le gusta y lo que detesta de mí. Le hablaría mucho de cómo su madre me quiere.

- Hace tiempo que vengo pensando esto y si no te lo digo ahora, no te lo voy a decir más: no sé si quiero seguir.

Me quemo los dedos con el cigarrillo. Doy un grito femenino que me deja sin palabras por uno o dos minutos. ¿Qué es esto? ¿Qué hice yo para merecer esto? Es injusto, completamente injusto. Me tiembla el pulso otra vez. Tengo que volver a ver al médico. Esta vez probablemente sea algo grave. Uno de esos puntos sin retorno. La mano del médico sobre mi hombro y un pésame anticipado. Tenés que decir algo, me digo, pero no puedo dejar el silencio y es como si mi mano se estuviera incendiando. Y lo está casi hasta que apago el cigarrillo. No sé por qué se me ocurre esta frase estúpida, pero es lo primero que digo:

- ¿No te gusto?

Soy un chico de preescolar que invita a la novia a tomar la leche con su madre. O uno que todavía no cumplió los 14 años y se masturba dos o tres veces al día. Cualquier cosa menos un hombre que tiene que defender su relación de un momentáneo (espero) y terrible ataque enemigo. ¿Vos no querías terminar esta relación? me digo con total sinceridad y ahora si hay partido de tenis. Pero me respondo que no. No, no y no. No sabía lo que estaba diciendo. O pensando. Se demora la respuesta de mi novia y sé por dónde viene. Pero, otra vez, me sorprende.

- Sí, mucho. Pero también me gusta otra persona