6 de abril de 2011

Neurótico

5

Si no entendemos somos como los animales y los animales no construyen refugios. Ahí está todo, pienso. Aunque sí los construyen, a su manera. Rudimentarios. Precarios. Al alcance de cualquier animal que los quiera devorar. No cualquiera. Uno más grande, más fuerte, más hábil. Pero con el pensamiento, con la razón, los hombres dejamos atrás esa época infernal donde todo era vida o muerte.

-¿Qué te pareció? –pregunta mi novia.

¿Qué me pareció? ¿Qué me pareció? Es una pregunta tonta. No es que sea una pregunta tonta. Es una pregunta fácil. Que no puedo responder. Casi no vi la película. Pensaba en otra cosa. En esto. En los hombres primitivos, cosas así. Pero tengo que decir algo. Cualquier cosa. Ganar tiempo. Buena, muy buena. No digo nada. Hablar bien de la película es tal vez hablar bien de la relación. De nuestra relación. No quiero esperanzas. Más bien un frío invierno. Sin abrigos. No, no tanto. Una pulmonía que te deja en cama dos semanas. No, tampoco. Pero algo limpio sí. Hablar bien de la película es hablar bien de nosotros.

- No me gustó.

Me arrepiento apenas lo digo. Hay que pensar bien las cosas porque ahora me pide explicaciones. Silogismos. Me advierte: a todo el mundo le gusta. Peor. Ahora soy raro. Y los raros hacen cosas raras. Tengo que matizar, eso.

- Tiene cosas buenas y malas.

¿Cosas buenas y malas? No quiero hablar más de la película. No me interesa. No quiero dar explicaciones de nada. Pienso: ahora viene un largo café donde me convence de que es una buena película. Siempre me convence. Sabe discutir. Yo no. No sé. Miro para abajo, pienso en otra cosa, me distraigo. Media hora después tengo la respuesta indicada, pero no se la puedo decir a nadie. Es de mal gusto. De rencoroso. De tipos que no saben perder. Y yo sé perder. Es más: prefiero perder a veces. Y ahora creo que es lo mejor. Sí. Ante su catarata de evidencias, me inclino.

- Tal vez tenés razón y es buena.

Me mira. Suspira. Soy un contrincante fácil. Un boxeador amateur. Peleo sin guantes. O peor: con guantes poderosos que me pesan. Me mira. La miro. Y dice algo inesperado:

- Terminamos lo que empezamos ahí dentro –señala el cine, sonríe pícara y sé que estoy perdido.