22 de marzo de 2011

Neurótico

3

No. No me pasa nada. No, digo. La fila se impacienta. Un minuto, ya va. No digo nada. Razonar es un método de supervivencia. ¿Dónde dejé las entradas? Lo único que encuentro una y otra vez es el atado de cigarrillos. Debería dejar de fumar además. Hace mal. Me voy a morir dentro de cincuenta años por esta estupidez. Me voy a morir de todos modos, sea por una estupidez o no. Tal vez me muera ahora incluso porque mi cabeza está por explotar.

-          Tranquilo, amor. Dejá pasar.

Dejo, sí. ¿Por qué me olvido las cosas? No es que me las olvide siempre, pero hace cosa de cuatro meses que tengo que cambiar la batería del auto. Hace tres que tengo que cambiar el celular. No anda. No recibe llamadas. Es un celular nuevo. Fui cuatro veces al centro de atención. Las cuatro veces me lo solucionaron. Pero mal. Tendría que ir una quinta vez. Pero si fui cuatro veces el problema no está en el olvido. No es que me olvido las cosas. Me las acuerdo. Casi que no me las puedo olvidar. Ese sería el problema. No puedo olvidarme de nada. ¿Y esta vez? Parece que sí, parece que me olvidé las entradas del cine. ¿Yo las tenía? ¿Quién sacó las entradas? Ella. Claro, fue ella. Ella salió del trabajo, me llamo y quedamos en encontrarnos acá. Acá no, abajo, pero pensé que era acá y subí. Tímida sonrisa: esta vez no tengo la culpa yo. No señor. Yo nunca tuve las entradas. Sí, carajo, sí. A veces pienso como un barrabrava. No siempre, pero a veces. No puedo haber extraviado lo que nunca tuve. Es un silogismo sencillo. Y también: una victoria imperecedera. La primera de la noche, pienso. El primer indicio de que las cosas hoy van a ser de otro modo. Sí, carajo, sí. Pero es mejor no tomar este error ajeno como una victoria. Principalmente porque no preciso de victorias ni derrotas hoy. Más bien algo plácido. Manso. Una ola, no un tsunami. Si detecta algún aire de guerra en la conversación, si detecta un análisis previo, una estrategia en el azar de hablar sobre lo nuestro y el futuro, todo va a estar perdido de antemano. Eso lo sé.  

-          Acá están -dice. ¿Cómo no te acordaste que las tenía yo?